Y este aspecto tiene el lugar en el que hoy empiezo una nueva etapa.
Nuevos planes y nuevos proyectos.
Una época de transición, de preparativos, de aprendizaje.
¡Feliz!
¡¡¡Seguimos!!!
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viernes, 6 de septiembre de 2019
jueves, 5 de septiembre de 2019
Madrid
Ya de regreso en Madrid.
Vuelta al Mundo Real después de un par de semanas en Londres de avanzadilla, de escucharme allí, de hablar con gente y oírme contando mis planes, de probarme allí, de tantear cosas, de imaginarme allí.
Y me han sentado bien.
Vuelta al Mundo Real después de un par de semanas en Londres de avanzadilla, de escucharme allí, de hablar con gente y oírme contando mis planes, de probarme allí, de tantear cosas, de imaginarme allí.
Y me han sentado bien.
miércoles, 4 de septiembre de 2019
Kenwood House (segundo intento)
El año pasado intenté ir a visitar la Kenwood House. Quería ver el Vermeer que hay allí. Fracasé: no sé qué lío le hice al city mapper que me mandó a un barrio perdido en el que había un edificio de viviendas que se llamaba igual.
Esta vez he estado más atento.
Mi proyecto de ir a ver todos los vermeer sigue en mente...
Esta vez he estado más atento.
Mi proyecto de ir a ver todos los vermeer sigue en mente...
martes, 3 de septiembre de 2019
Bernard Haitink
El señor viejito que saluda agradecido mostrando las palmas de sus manos es Bernard Haitink.
Tiene 90 años.
Hace música.
Le he escuchado dirigir el cuarto concierto de piano de Beethoven y la séptima sinfonía de Bruckner en uno de los proms del Royal Albert Hall.
Es un señor pequeñito, cansado, de andares lentos y aparentemente torpes, pero que durante más de dos horas ha tenido delante a una orquesta de 80 ó 90 músicxs, y a sus espaldas más de 5000 personas pendientes de sus movimientos.
Esas manos que en la foto se ven pequeñas, frágiles, en algún momento temblorosas, han sido capaces de hacer el milagro: cerraba un puño, bajaba o subía la batuta, agitaba un par de dedos, y a cada movimiento de una u otra toda la orquesta le seguía como un solo instrumento, subiendo y bajando, agitándose y serenándose.
Al final de la sinfonía, ha levantado la mano izquierda sosteniendo el silencio, manteniendo el sonido de las últimas notas en el aire hasta que se ha extinguido del todo. Ninguna de las 5000 ó 6000 personas que estábamos escuchando se ha atrevido a aplaudir hasta que el silencio ha sido total y él ha bajado la mano que sujetaba ese silencio gigante y se ha apoyado, por fin, en el atril para descansar.
Al terminar ha salido a saludar varias veces a un público que no dejaba de aplaudirle. Tenía cara de estar absolutamente agotado. Pero también tenía una medio sonrisa que parecía querer decir que ésto es lo que sabe hacer, y que lo hace muy bien, y que va a seguir haciéndolo mientras pueda subirse al podio.
Tiene 90 años.
Hace música.
Le he escuchado dirigir el cuarto concierto de piano de Beethoven y la séptima sinfonía de Bruckner en uno de los proms del Royal Albert Hall.
Es un señor pequeñito, cansado, de andares lentos y aparentemente torpes, pero que durante más de dos horas ha tenido delante a una orquesta de 80 ó 90 músicxs, y a sus espaldas más de 5000 personas pendientes de sus movimientos.
Esas manos que en la foto se ven pequeñas, frágiles, en algún momento temblorosas, han sido capaces de hacer el milagro: cerraba un puño, bajaba o subía la batuta, agitaba un par de dedos, y a cada movimiento de una u otra toda la orquesta le seguía como un solo instrumento, subiendo y bajando, agitándose y serenándose.
Al final de la sinfonía, ha levantado la mano izquierda sosteniendo el silencio, manteniendo el sonido de las últimas notas en el aire hasta que se ha extinguido del todo. Ninguna de las 5000 ó 6000 personas que estábamos escuchando se ha atrevido a aplaudir hasta que el silencio ha sido total y él ha bajado la mano que sujetaba ese silencio gigante y se ha apoyado, por fin, en el atril para descansar.
Al terminar ha salido a saludar varias veces a un público que no dejaba de aplaudirle. Tenía cara de estar absolutamente agotado. Pero también tenía una medio sonrisa que parecía querer decir que ésto es lo que sabe hacer, y que lo hace muy bien, y que va a seguir haciéndolo mientras pueda subirse al podio.
lunes, 2 de septiembre de 2019
Como en casa
Hoy he cenado con Eva y Suso en un italiano de Portobello. Hemos hablado de planes, del cole, de amigxs y compañerxs, de posibles viajes, de política y de matemáticas y de libros, y de Juan Carlos, que hoy le hemos echado de menos.
Ya lo he contado aquí muchas veces desde que vine a Londres en febrero de 2018: lo mejor que me ha pasado aquí son los amigxs que he hecho. Sin ninguna duda. Es como estar en casa.
Un gustazo.
Ya lo he contado aquí muchas veces desde que vine a Londres en febrero de 2018: lo mejor que me ha pasado aquí son los amigxs que he hecho. Sin ninguna duda. Es como estar en casa.
Un gustazo.