Y caminando iba pensando que ganar / Siempre es tentar a la otra cara de la suerte / Y que por eso te hacen daño los huesos / Cuando golpeas fuerte //
Y así se fue chasqueando los dientes / En memoria de algún actor / Cuyo nombre se ha perdido / Y que hacía de bandido //
Y sintió la alegría del olvido / Y al andar descubrió la maravilla / Del sonido de sus propios pasos / En la gravilla...
[El canto del gallo, Radio Futura, 1987]

domingo, 1 de julio de 2018

Londres

Me he encontrado con esta foto casi por casualidad, en un cruce de calles en obras, cuando iba desde el Barbican hacia la zona del British Museum. Y en cuanto la he visto he pensado que podría ser un buen resumen de un aspecto de esta ciudad.
Durante estos meses aquí he tenido la sensación, y mucha gente me lo ha confirmado, de que Londres es una ciudad en constante cambio: hay obras por todas partes, a cada paso que das te encuentras con nuevos edificios en construcción. Y como toda la ciudad es antigua, o vieja, como me decía el otro día Bellotti, el metro, el alcantarillado, las calles, todo necesita de continuos arreglos, cambios, redefiniciones, que hacen que dé la impresión de que toda la ciudad está en una constante y permanente transformación.

Pero al mismo tiempo es un lugar que respeta terriblemente lo antiguo. En cada calle puedes encontrar algún edificio antiguo o alguna placa que recuerda que ésta es la primera piedra que se puso de tal o cual cosa o una pequeña iglesita medieval encajada entre edificios de vidrio.
Y creo que eso también es uno de los rasgos que definen Londres: esa mezcla de lo antiguo con lo nuevo. Ese contraste y ese equilibrio entre lo que fue, lo que es, y lo que quiere ser...

Y al verla me pareció que esta imagen representa bien todo eso: ese pequeñito edificio del siglo pasado (o del otro) resistiendo en medio de una ciudad que no para de crecer y de transformarse.


Hoy me he dado un buen paseo: por la mañana he ido al cementerio de Kensal Green. Lo tenía pendiente desde que me lo recomendó María y no me ha decepcionado.
Luego he ido a "terminar" el Museo de Londres, aunque me ha pasado algo parecido, salvando las distancias, a lo que me pasó ayer con el British: que es un museo inacabable en el que en cada sala podrías estar leyendo y leyendo y viendo cosas sin parar...
He ido a comer al Barbican, que me encanta aunque no lo haya aprovechado mucho y luego he ido a buscar una blue plaque que hay dedicada a Bertrand Russell cerca del British Museum.

Un día completito y disfrutón.

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