Me encanta tener flores en casa. Y si me las han regalado me encanta aún más.
Y me gusta muchísimo ver cómo se van transformando, cómo languidecen poco a poco y van perdiendo pétalos y cambiando de color...
Este girasol me ha acompañado junto a la cama durante unos días. No parece que le quede mucho, pero aún ahora, cada vez más mustio, sigue siendo una belleza.
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