Ayer hablaba aquí de que una de las mejores cosas que me están pasando en Londres durante estas semanas es la oportunidad de conocer gente estupenda y de compartir tiempos y experiencia con ellxs.
Y esto que ha pasado hoy ha sido un buen ejemplo de eso que contaba ayer: la mayor parte de la gente que trabajamos en el cole, algunxs con sus parejas o con sus criaturas, comiendo juntxs en el comedor sin hablar (casi) del cole ni del alumnado ni de todo lo que pasa allí dentro.
Ha sido un gusto.
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Por cierto: habitualmente se me suele dar bien echarle un primer vistazo a alguien y "decidir" si me gusta o no y si "quiero hacerme amigo" de esa persona. Suelo acertar en mi criterio. Elia me ha dicho muchas veces que esa intuición mía sobre las personas que conozco suele ser muy fiable.
Al llegar al cole también me ha pasado, claro. Hay personas que casi desde el minuto uno me gustaron (algunas mucho) y rápidamente las apunté en la lista de "gente de la que me gustaría hacerme amigo".
Y en la paella de hoy he sido consciente de que hay unas cuantas personas en esa lista con las que aún casi no he hablado: el ritmo del cole y de la sala de profesores deja poco espacio para relacionarse de forma relajada.
Tengo que ponerme las pilas en este tiempo que queda hasta el final de curso...
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